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Rob entra
Rob no podía creer el milagro que estaba viendo en aquel momento. Su mujer, a la que se le había desaconsejado totalmente cualquier trabajo físico para el resto de su vida, acababa de hacer lo más exigente físicamente del mundo. Y el resultado fue una preciosa niña. Sara sostenía a su recién nacida en brazos mientras la mecía de un lado a otro mientras le cantaba suavemente.
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