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Congélate
Estaba cubierta de pelo y tenía grandes garras. Sus ojos brillaban a la luz del sol, y David podía sentir su mirada fija en él. Por un momento, David se quedó paralizado de miedo, incapaz de moverse o hablar. Nunca había visto nada parecido y no sabía qué hacer. Pero entonces oyó ladrar a Cooper, y el sonido pareció sacarle de su trance.
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