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Los padres de Lila entraron en la cueva y se quedaron tan asombrados como Lila. La abrazaron con fuerza. Sabían que Lila había conseguido algo increíble. Pasaron el resto del día explorando la cueva, haciendo inventario del tesoro y planeando qué hacer con él. Cuando el sol empezó a ponerse, salieron a gatas de la cueva y emprendieron el camino de vuelta a casa.
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