Nerviosa
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“Ven aquí, rápido”, susurró Tom, haciendo lo posible por mantenerse alejado de la luz del restaurante. “Tengo algo que decirte”, la apremió. Vacilante, Sarah se dirigió hacia el callejón. Todos sus sentidos le decían que se diera la vuelta y huyera, pero, de algún modo, siguió caminando hacia él. El corazón le latía con fuerza en la garganta. ¿Hacía lo correcto? ¿Era seguro seguir su camino?
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