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Sin sorpresas
El público estaba conmocionado. El hombre cogió con cuidado el micrófono de las manos del pastor y se presentó. El hombre ya era conocido de la familia de David, así que la mitad del público no se sorprendió por esta escena. Pero todos los presentes sentían curiosidad por oír lo que tenía que decir. Sobre todo Amber, que seguía mirándole con ojos grandes.
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