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Recepción
Con el corazón en la garganta, se dirigió a la puerta principal. ¿Realmente iba a hacerlo? Nervioso, Pedro atravesó las puertas de la recepción. El hombre de recepción le saludó amablemente y le dio la llave de su habitación. “Es imposible que este hombre sea un ladrón de joyas. Mírale”, pensó Pedro.
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