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Fuera la cara
“Tengo que detenerla ahora, antes de que huya con el botín”, pensó Pedro. Y, por impulso, saltó a la habitación del motel. “Oh, no, y ahora qué. Está claro que no lo he pensado bien”, se dijo Pedro. El ladrón levantó la vista de la cama y ahora estaba cara a cara con Pedro. Los dos estaban en un cara a cara que recordaba a las viejas películas del oeste.
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