Su taller
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Margret dudaba porque la mayoría de esos objetos tenían un profundo significado para ella. Pero había una habitación de la casa que era diferente: el taller de su marido William. Era su propio santuario, el lugar donde guardaba sus herramientas para trabajar la madera y otros equipos más grandes. “Quizá pueda empezar por ahí”, dijo con cuidado.
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